Historias del metro

Es lo que tiene cuando levantas la vista y observas, decides dejar tú móvil en el bolsillo y quitarte los auriculares de los oídos. Tal vez sólo sea un 2% de la población los que se dedican a ello…creedme me baso en estadísticas recogidas durante días y horas acumuladas cada media de trayecto.

No sabes lo que te pierdes hasta que decides mantener todos tus sentidos en plena disposición y rendimiento.

Es hora punta, el metro es claustrofobico cuando nos tienen que empujar para poder subir, el metro espera, no sé a quien, pero enseguida lo averiguaré. Es un chico, digamos resultón, o sería la barba…ya no lo sé…lo que sí sé es que entra y justo se queda a dos dedos de mi, su aroma, que precisamente no era a azahar, casi me desmaya.

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Si, ya sé que estamos entrando en esa época del año que tan poco me gusta y que hace que lo que fue un refugio en invierno se convierta en tu peor pesadilla después de tu jornada laboral.

Mientras intento aguantar la respiración, entra una chica, es jóven, adivino que más que yo incluso, es guapa, tiene rasgos dulces que acompaña con un lazo a cuadritos rosa y blanco en el pelo, rollo «pinup». En el metro hay un chico, bueno muchos, pero este en especial se fija en ella, son milésimas de segundo, ella se da cuenta y sonríe.

Él no es muy alto pero puede que tenga sus fans, con pantalones pitillo vaquero negros rajados por las rodillas, de vez en cuando levanta las piernas tipo caballo de rejoneo para dejar ver que tiene las rodillas tatuadas, puede y cabe la posibilidad que se trate de un nuevo rejoneo para ligar, pero yo en esas cosas no estoy muy puesta. Todo en su conjunto lleva un aire italiano, con sus gafas de pasta, zapatillas de deporte y bolso de marca, muy de cuando me dejé caer por la ciudad de la moda italiana.

Él la mira, aunque para su sorpresa detrás de ella le acompaña un maromo y por delante de ella un bombo. Está guapa, no puedo decir lo mismo de su maromo y él la sigue mirando, pero de diferente manera, como diciendo: – En serio estás con él?
Ella es cariñosa con su maromo, seguramente el padre de su bebé pero el maromo/padre no lo es tanto…parece fumado…son jóvenes, con edad de vivir otro tipo de aventuras, pero todo pasa por algo.

Él, el de estilo italiano, se baja en su parada, deja a los tortolitos viajando conmigo con el único punto en común entre él y ella, la marca del bolso. Pero un «Guess» une mucho, aunque hayan indicios de que al menos uno de ellos sea falso.

Gracias
Noelia

P.D.: Vivir es estar con los sentidos a pleno rendimiento, a veces no vemos lo que tenemos enfrente de nuestros ojos.

Me bajo en mi parada, primer blog a tiempo real.

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